Mi cama abarca la mitad del espacio de mi recámara. Mi cama se conforma por un mueble que diseñé para mi showroom pero que nunca se vendió. El mueble genera un marco tridimensional de madera (con una base levantando el colchón del suelo treinta centímetros, y una cabecera de madera (que por momentos me parece dura y me hace desear que me hubiera animado a poner una cabecera con relleno y tela). El colchón es tamaño Queen, delgado a mi parecer, quince centímetros de alto, si lo comparo con colchones de camas ajenas. Es la primera vez en mi vida que tengo una cama con marco tridimensional y me gusta. Hace evidente el campo espacial, por no decir energético de la cama. Entrar dentro del marco es entrar a mi zona de descanso. En noches que me suelo despertar al baño, estiro mi brazo al navegar alrededor de la cama para tocar el marco con mi mano y evitar pegarme en mis dedos del pie (que me parecen de los dolores menores más miserables del mundo). Durante el día, el marco de la cama lo uso para colgar mi toalla ya que es uno de los lugares de mi casa al cual le pega más el sol. Mi cama es mi espacio de descanso. Pero eso no quiere decir que solo la uso para dormir. Antes de dormir, leo unos treinta minutos en ella. No metido ya debajo del edredón pero ya con una cobija encima de mí. Durante el día no leería en mi cama a menos que tenga pensado tomarme una siesta ya que leer en mi cama termina inevitablemente en quedarme dormido (nunca intencionalmente, con mi libro todavía en mis manos y mis lentes todavía en mi cara pero sí dejando mi libro y mis lentes en mi buró y acomodándome intencionadamente para quedarme dormido aunque sea un par de minutos). En ocasiones, antes de dormir, si mi meditación guiada instruye acostarme, medito acostado en mi cama. (Meditar acostado en el suelo, inclusive con mi tapete, por veinte minutos me resulta doloroso, (por alguna razón meditar sentado en mi tapete sobre el suelo por veinte minutos no me parece doloroso) (es mi craneo sobre el suelo que genera una presión que me parece insoportable)). Antes de dormir, me siento en mi cama para quitarme la ropa y ponerme mi pijama (pants y una playera de manga larga o sudadera). En las mañanas, me pongo mis calcetines (como primer movimiento (si uno no cuenta el gesto de apagar la alarma)) sentado en mi cama para salir a caminar a mi perrita Yoko. Yoko duerme conmigo en mi cama. Pongo una toalla sobre la parte baja del edredón para demarcar su área. La mayoría de las noches respeta los limites pero de vez en cuando, a la mitad de la noche, la siento dormida en mi espalda (dándome la espalda) o acurrucada (cara a cara) en el hueco de mi cuello. Tiendo mi cama todas las mañanas antes de salir a mi caminata matutina (ya que a Yoko le encanta saltar a la cama con sus patitas sucias y tiene que estar ya en su posición la toalla demarcando su área. (Una vez que me baño y me cambio ella salta de la cama y no regresa a ella en la tarde noche (lo cual me permite sacudir la toalla))).
Tender mi cama es fácil. Solo la cubre un edredón. Lo sacudo, lo distribuyo equitativamente sobre el colchón y dejo mis dos almohadas sobre el edredón. Necesito dormir con dos almohadas ya que a media noche, cuando siento que una almohada esta demasiado caliente por mi propia presión, disfruto de la frescura de la almohada de sustitución.